CENICEROS
«Memorias de un pueblo reducido a escombros»
El vocablo pudiera significar “carboneros”, “leñadores”. En las proximidades pervive el nombre de un pago denominado las carboneras.
La primera mención escrita data de 1068 y se encuentra entre los legajos de la catedral de Burgos el rey Sancho II de Castilla donó estos terrenos al obispo de Oca, cuya sede pretendía restaurar.
Desde su emplazamiento se presenta una panorámica magnífica del cañón del Rudrón, aguas arriba procedentes de Hoyos y aguas abajo discurrentes hacia Moradillo del Castillo. Entre Hoyos y Ceniceros por “La Fuentona” vierten muchas aguas subterráneas al Rudrón que se filtran desde la Lora.
Tenemos noticias del asentamiento de el apellido “Manjón” en Ceniceros desde finales del siglo XVI. Por entonces el lugar estaba integrado en la “Villa y Honor de Sedano”. A sus juntas acudía un representante de Ceniceros. Desde él este apellido se extendió por los alrededores su censo vecinal.Desde que tenemos datos, anduvo por la media docena.
El número de habitantes rondaba entre los treinta y cuarenta. Los últimos habitantes emigraron en 1963. Sus casas e iglesias quedaron en situación de abandono y personas tan incultas como aprovechadas las dejaron con aspecto fantasmagórico. Actualmente el pueblo está lleno de zarzas, de maleza y prácticamente pasa desapercibido debido a su estado de ruinas y sus muros caídos, que se ocultan entre la vegetación.
Texto redactado por D. Joaquín Ciudad Pérez